Parábola del Pobre Lázaro y el Rico
Epulón
Evangelio de San Lucas
Dijo Jesús:
19 «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino fino y hacía cada día banquetes con esplendidez.
20Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas.
21Y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y aún los perros venían y le lamían las llagas.
22Aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23Y en el Hades alzó sus ojos, y estando entre tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24Entonces él, dando voces dijo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama”.
25Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora, él es consolado aquí, y tú atormentado.
26Además de todo eso, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros; de manera que los que quisieran pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”.
27Entonces él le replicó: “Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre.
28Porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”.
29Y Abraham le dijo: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”.
30Él entonces le contestó: “No, padre Abraham; pero si alguno fuera a ellos de entre los muertos, se convertirán”.
31Mas, Abraham le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levante de entre los muertos”.
(Lucas 16: 19-31).